Me da gracias oír
decir a los políticos que España ha tocado fondo.
Nuestro país ha entrado
definitivamente en decadencia, una difícilmente reversible, cuando un país pierde
la higiene más básica y su basura empieza a acumularse sin que nadie haga nada
por recogerla, entonces es cuando la basura pasa a ser inodora e invisible a
los ojos de muchos que ha dejado de advertir su presencia bajo la justificación
de “todo el mundo lo hace”.
Parece ser que esta basura para los españoles ni existe ni nos molesta.
Y si no existe, ¿por qué deshacerse de ella? Llegado a ese punto el político
más ladrón puede confiar en su reelección, porque no se espera otra cosa de él.
Ambos partidos sumarían todavía hoy más del 60% de los votos en unas
elecciones, según las últimas encuestas
En el caso de la política todo indica
que la cosa no tiene remedio. El país ha sido gobernado durante décadas por dos
partidos que han prostituido todas las instituciones que podrían poner control
a sus excesos, beneficiado sistemáticamente a sus amigos, derrochado el dinero
que se puso en sus manos para construir una sanidad y una educación dignas, han
puesto sus intereses partidistas o pactado para que la crisis económica afecte
a todo el mundo menos a ellos y con los que están hermanados.
Hablamos de los mismos partidos que siguen
embolsándose subsidios millonarios a costa del erario y expandiendo la casta de
enchufados que ocupa cada despacho e institución, controlan autonomías que han
saqueado sin disimulo, como Valencia o Andalucía. Que se ríen de los ciudadanos
aprobando leyes de transparencia opacas. Pero no importa: uno de esos partidos
ha convencido a media España de que la culpa la tiene el otro. Y viceversa.
Que tal farsa haya sido asumida por
tanta gente, durante tanto tiempo, solo puede deberse a que el país sufre una
variante del síndrome de Diógenes, ese trastorno que hace que las personas
abandonen su higiene personal y acumulen desperdicios en sus hogares hasta
convertirlos en vertederos.
Los políticos le piden a los últimos
que resisten, a aquellos que todavía aspiran a vivir sin basura a su alrededor,
que la acepten y asuman que está aquí para quedarse.
¿Qué le parece todo esto a la mayoría
de los españoles?
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