Si bien nunca he intentado comprar la
moto que vendía Podemos, si es cierto que en algunos momentos llegué a pensar
que podría ser la alternativa de izquierdas que necesita España.
Podemos aspiraba a convertirse en un partido mayoritario,
ser capaz de representar a todos aquellos indignados y convertirse en un movimiento
popular que representara a los de “abajo”.
La estrategia para ello era lograr canalizar la
ira contra los partidos tradicionales, fructificar los errores del PP, PSOE y
de Izquierda Unida, y recoger los restos de sus
respectivos naufragios y asi “ocupar la centralidad del tablero político”, es decir, construir
un partido de corte centrista que pudiera atraer tanto a votantes del
IU, PSOE, PP u otros y conectar con el amplísimo número de españoles que se
sitúan ideológicamente en el centro-izquierda, desmarcarse de las etiquetas
clásicas y aglutinar los anhelos de un pueblo mayoritariamente harto de la
política tradicional para el cual las etiquetas izquierda-derecha habrían
dejado de funcionar.
Para ello sólo tendría que prometer a la
ciudadania lo que querian escuchar, “trabajo para todos, corregir
las desigualdades, combatir eficazmente la corrupción y
garantizar una educación y sanidad pública y universal, etc etc”
Una estrategia perfecta para un partido político que supiera jugar
sus bazas con inteligencia.
Se trataría, en definitiva,
de aspirar a ganar y tenían posibilidades pero la irrupción de Ciudadanos, pone en
cuestión la capacidad de Podemos de hegemonizar las aspiraciones de ese gran
número de españoles indignados con la vieja política y partidarios de una nueva
política que represente mejor a los de abajo y ponga en su sitio a los grandes.
Precisamente porque Ciudadanos nace en
el centro, ha necesitado muy poco tiempo para instalarse en ese espacio
político y hacer una oferta atractiva para los que, desde abajo, quieren
acabar con el bipartidismo.
Podemos tendría que moderarse bastante
para lograr llegar hasta el centro y convertirse en un partido mayoritario o
podría muy bien encontrarse con la sorpresa de que para cuando
lograra llegar al centro y representar a los de “abajo”, ese espacio ya
estuviera ocupado.
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