En cinco meses ha irrumpido en el panorama político
español con resultados que ya hubieran deseado otros con más tiempo en la
batalla.
Pablo Iglesias da
miedo y mucho susto, ha puesto nerviosos a nuestros gobernantes y al resto de
fuerzas que han formado el estatus de esta democracia, nacida
en 1.978, todos arremeten contra él a ver si les va a quitar del cómodo lugar
que ocupaban.
Lo relevante es que Pablo Iglesias ha calado bien entre
la gente quemada con la política y diezmada por la corrupción y el abandono. Gente que están desencantados con las respuestas que han
obtenido de los dos grandes partidos para resolver sus problemas.
Pablo Iglesias trae un orden nuevo y eso no gusta.
Ninguno se ha dado cuenta de que un líder así surge por algo y que si le votan
es porque tiene menos mierda en la mochila que el resto. Ya hablan de cómo será
como político en activo como si todos tuvieran una bola de cristal que
predijera con acierto el futuro. Pero nadie se ha encontrado la viga en su ojo.
Así que Pablo Iglesias sigue su camino porque le están
dando lo que él quería: cera y más cera.
No digo con esto que sea masoquista. Digo que mira
hacia delante y con él muchos ciudadanos desorientados en este maremágnum
político que nos trae corrupción a porrillo, indemnizaciones en diferido y
pocas dimisiones.
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