Tras conocer los
datos del paro correspondiente al segundo trimestre de este año, pocas críticas
se pueden hacer, salvo reiterar el problemón que tenemos como sociedad al
acumular 4.600.000 parados, casi dos millones de familias con todos sus
miembros en paro y la falta de oportunidades para jóvenes y mayores de 45 años.
Todo eso lo sabemos y no es un problema de los últimos meses sino de estos
duros siete años de crisis que padecemos.
Al PP le preocupa más la puesta en escena que el problema en sí mismo, los datos obedecen más a la realidad de un nuevo ciclo económico que a la acción de unas políticas gubernamentales exitosas. No basta con decir
que la mejor política social es la creación de puestos de trabajo.
Nuestros
gobernantes deberían tomarse muy en serio el problema de la pobreza en
el país. Si consiguiéramos que todas las familias tuvieran cubiertas las
necesidades mínimas hasta que encuentran un empleo, sería un éxito mayor que
cualquier otra estadística.
Si encima nos marcásemos
como objetivo mejorar la formación de muchos jóvenes y mayores de 45 años que
deben aprender una nueva profesión que les facilite la entrada al
mercado laboral, empezaríamos a construir un futuro prometedor como sociedad.
Son dos piezas
esenciales que debe tener en cuenta este gobierno o cualquier otro que se
preocupe por solucionar los problemas de los ciudadanos.
Desde luego, la
reforma laboral que tantos derechos nos ha birlado, la precarización del
mercado laboral, los sueldos ridículos que ofrecen muchos empresarios, ha
permitido crear empleo sin necesidad de crecer al 2%, como ocurría antes. Y la
raíz del problema es que esa situación se mantendrá mientras haya una cola de
personas dispuesta a aceptar esas condiciones.
Pero este es un pobre
bagaje para estos tiempos de urgente necesidad para tantas familias.
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