¡No hay mujeres
feas solo perezosas!
Es lo que decía Helena Rubinstein, una mujer que de eso sabía mucho.
Desde que oí esta
frase me ha hecho pensar mucho y creo que tiene razón.
Esta mujer adelantada de su
época, que de la nada hizo todo un imperio económico, también
recomendaba que para estar guapa había que hacer ejercicio, dejar de
fumar y seguir una dieta adecuada. Me gusta ver que asociaba la belleza a
la vida saludable, la felicito porque muchas personas no ven esta asociación.
Y aunque han
pasado muchos años desde que “Madame Rubinstein”
dijera esto, son principios que
hasta la fecha os pueden ayudar
a potenciar la belleza
natural que todas lleváis dentro. Y no se
trata de pintarse y repintarse, porque casi siempre lo natural es lo más hermoso,
sino de dedicar tiempo a arreglaros, a sacar todo lo
bonito que tenéis y a potenciarlo con
el cuidado de vuestra salud.
También se me
ocurre añadir que: “La cara es el
espejo del alma”
Para esto Doña
Helena no tenía ningún
producto, pero los hay, como ese que dice “el corazón
alegre hermosea el rostro” ¡y
qué verdad es! No hay mejor
maquillaje que un toque de alegría.
Esa alegría del
corazón es el mejor de los cosméticos, el más económico, el más duradero, el
más satisfactorio. Y esa alegría, la auténtica alegría, porque de
esto también hay sucedáneos, solo se
encuentra en la vida.
Las mujeres bellas lo son
siempre, la belleza se lleva en la sangre y
si la elegancia no se puede comprar sí se puede ejercer, hay
formas de camuflar los defectos físicos y compensarlos con imagen personal, Para
Coco Chanel la belleza era una armonización de la feminidad, sencillez y
elegancia
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